lunes, 22 de mayo de 2017

Participación del sistema nervioso y endocrino en la depresión
La depresión mayor se presenta con características de humor depresivo, tristeza, pérdida de interés, falta de sensaciones de placer, conocido como anhedonia, sentimientos de culpa y poca autoestima, disturbios de sueño y apetito, poca energía y concentración pobre durante un período de 2 semanas según el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-IV-TR). La depresión mayor es una de las epidemias modernas que más compromete la calidad de vida. Los desórdenes asociados a ansiedad son también alarmantes, y muy frecuentemente están asociados a trastornos depresivos o abuso de sustancias psicotrópicas.

Tratamientos antidepresivos
Existen dos tipos fundamentales de tratamientos antidepresivos: la psicoterapia, cuyo principal instrumento es la palabra, y el abordaje clínico fisiológico, que incluye la intervención farmacológica principalmente.
El cerebro humano es increíblemente moldeable y las células pueden modificar su especialización después de un trauma, pueden "aprender" funciones nuevas (a este mecanismo se lo conoce como neuroplasticidad y lo ampliaremos más adelante). La comunicación neuronal parecería estar dañada en la depresión y los antidepresivos ayudan a restablecer los déficits funcionales y estructurales3. Muchas investigaciones han hipotetizado que la depresión podría aparecer por fallas del sistema nervioso en la plasticidad sináptica necesaria en respuesta al estrés. Esta falta de plasticidad sináptica es revertida por factores neurotróficos inducidos por el tratamiento con antidepresivos (ampliaremos los efectos de los antidepresivos sobre neuroplasticidad). Cuando se incrementan los niveles de serotonina, también se desarrollan funciones que corrigen el desequilibrio responsable del trastorno. Sin embargo, los mecanismos implicados en estos procesos no han sido todavía del todo dilucidados.
Hipótesis de plasticidad neuronal de los antidepresivos
Si bien la hipótesis de las monoaminas explicó en algún momento el mecanismo de acción de los antidepresivos, esta hipótesis es incapaz de explicar muchos otros efectos que tienen las drogas antidepresivas. Existe evidencia de que el tratamiento con antidepresivos disminuye la síntesis y liberación de IL1, IL6 y TNF61, aumenta la síntesis de la citoquina antiinflamatoria IL10 y disminuye la de interferón gamma62. Se desconoce el mecanismo por el cual los antidepresivos producen alteraciones en la liberación de citoquinas, pero se propone que la elevación intracelular de la concentración de AMPc podría estar involucrada en la disminución de síntesis de citoquinas. En pacientes con esta enfermedad, se observó que el tratamiento con antidepresivos normalizaba los cambios que los mismos presentaban
tanto a nivel de inmunidad celular como humoral63. También se ha propuesto que los antidepresivos mejorarían el funcionamiento del sistema inmune que posiblemente se encuentra afectado en pacientes depresivos, mediante un reestablecimiento del feedback del eje HPA, perdido en estos tipos de pacientes. Los antidepresivos actuarían

produciendo una mejora de la sensibilidad de los receptores de glucocorticoides (GR y MR)64.Otro mecanismo que ha sido también atribuido al efecto del tratamiento con antidepresivos, es la neurogénesis, proceso por el cual las células madres neuronales proliferan,se diferencian y sobreviven65. Si bien existe evidencia de que la neurogénesis es necesaria para que los antidepresivos resulten efectivos57, no se conoce con claridad si una disminución de la misma podría ser la causa, o una de las causas que desencadenarían la depresión. Hay estudios que revelan que pacientes con depresión poseen atrofia hipocampal52 (siendo el hipocampo la principal zona de neurogénesis en la adultez).
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referencia bibliografica
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0025-76802010000200015

Participación del sistema nervioso y endocrino en la agresividad
Según  Valzelli (1983), que la considera como un componente de la conducta normal que se expresa para satisfacer necesidades vitales y para eliminar o superar cualquier amenaza contra la integridad física y/o psicológica. Estaría orientada a la conservación del individuo y de la especie y solamente en el caso de la actividad depredadora conduciría a la destrucción del oponente, llegando hasta provocar su muerte.
Tipos de agresión
La agresión es un constructo complejo y heterogéneo, por lo que interesa identificar subtipos o clases de agresión para su estudio (Stahl, 2014). Es clásica la distinción entre agresión premeditada (predatoria, instrumental) e impulsiva (afectiva, reactiva). Por tanto, se puede considerar que ha habido consenso en la codificación dicotómica de la agresión en dos categorías: impulsiva vs. Instrumental (Alcázar, 2011; Cornell et al., 1996; Kockler et al., 2006; Raine et al., 1998; Stanford et al., 2003; Weinshenker y Siegel, 2002;  Woodworth y Porter, 2002). La primera es una reacción abrupta, en “caliente”, como una respuesta a una percepción de provocación o amenaza, mientras que la instrumental es una respuesta premeditada, orientada a un objetivo y a “sangre fría”. Ahora bien, dando por sentada esta clasificación dicotómica, se debe subrayar que es muy frecuente que los actos violentos puedan mostrar características de ambas, impulsiva e instrumental (Bushman y Anderson, 2001;  Penado et al., 2014). Por ejemplo, la conducta agresiva se puede dar de manera repentina como respuesta a una provocación percibida, con enfado y afecto hostil. Pero es que, además, esta misma conducta agresiva podría darse de una manera controlada y con un objetivo bien delimitado (intimidación, elevación de la autoestima, etc.) (Rosell y Siever, 2015).
 Una clasificación similar a la impulsiva/instrumental es la que distingue entre agresión reactiva y pro-activa.
En esta clasificación se asume desde el principio, a diferencia de la anterior que opta por una concepción categórica de base, que ambas coexisten y contribuyen conjuntamente al nivel de agresión total del individuo y cada una es evaluada de manera dimensional (Rosell y Siever, 2015).
El tipo reactivo es el que más se parece a la categoría impulsiva y sería una agresión que sucede como reacción a una frustración o a una provocación percibida (normalmente en un contexto interpersonal). Este tipo de agresión está invariablemente acompañada de hostilidad, ira o rabia. Su objetivo básico sería compensar o mitigar el estado afectivo desagradable que siente el sujeto. Por otra parte, la agresión proactiva está caracterizada por que no tiene que ir necesariamente acompañada de un estado emocional desagradable (ira, rabia, etc.), suele ser iniciada por el agresor más que como reacción a una provocación y está motivada de manera explícita por la expectativa del agresor de obtener alguna recompensa (un objeto, un premio, poder, estatus, dominancia social, etc.) (Penado et al., 2014;  Rosell y Siever, 2015). Estas dos maneras de agresión coexisten y están altamente correlacionadas. Sin embargo, la reactiva se ha vinculado con historia de abuso (Kolla et al., 2013), impulsividad (Cima et al., 2013;  Raine et al., 2006), emociones negativas (como ira y frustración) y dureza emocional (que es un componente de la psicopatía) (Cima et al., 2013). Por su parte, la proactiva se ha relacionado positivamente con la psicopatía (Kolla et al., 2013), agresión física y delitos violentos (Cima et al., 2013;  Rosell y Siever, 2015).
Neurobiología de la agresión impulsiva (centros y circuitos)

La agresión impulsiva es generalmente una respuesta inmediata a un estímulo del medio ambiente. Para Stahl (2014) este tipo de violencia puede reflejar “una hipersensibilidad emocional y una percepción exagerada de las amenazas, lo que puede ir ligado a un desequilibrio entre los controles inhibidores corticales de arriba-abajo y los impulsos límbicos de abajo-arriba” (p. 360). El paradigma clásico, que liga la corteza prefrontal y áreas límbicas como la amígdala, es que la actividad en estructuras límbicas subcorticales como la amígdala es modulada por una influencia inhibidora desde estructuras corticales como la corteza prefrontal orbito frontal (COF). De tal manera que un individuo que no restrinja su agresión impulsiva tendrá una gran actividad en la zona amigdalar y poca actividad inhibidora en la zona COF, un individuo que sea capaz de controlar su agresión impulsiva tendrá una gran actividad en la COF y un individuo con una lesión en la COF tendrá un aumento de agresión impulsiva.


domingo, 21 de mayo de 2017

 
Fisiología de la ansiedad
Cuando se percibe un estímulo amenazante nuestro organismo responde generando cambios importantes con el fin de estar preparado ante la amenaza.

El Sistema Nervioso Autónomo: está compuesto por dos sistemas menores, el Sistema Nervioso Autónomo Simpático y el Sistema Nervioso Autónomo Parasimpático.
El Sistema Nervioso Autónomo Simpático: Es el encargado de preparar a nuestro organismo para la acción (defensa o huida) en caso de amenaza.
El Sistema Nervioso Autónomo Parasimpático: Se encarga de restaurar a nuestro cuerpo su estado natural (se dedica a “parar” al Sistema Simpático).
La reacción de ansiedad es una reacción normal del organismo ante situaciones claras de peligro, La ansiedad se considera anormal cuando no hay señales claras de que exista una amenaza pero el cerebro interpreta algunas situaciones como peligrosas activando todo el sistema de defensa natural. Cuando interpretamos un estímulo o situación como peligrosa la emoción consecuente es el miedo. Ante el miedo el organismo humano se prepara para tres situaciones:
 • Preparación para huir         
• Preparación para el ataque
• Preparación para ser herido
 ¿Cómo actúa el sistema nervioso autónomo simpático?
Actúa mediante la segregación de dos sustancias, la adrenalina y la noradrenalina encargadas de dar energía al cuerpo y es el encargado de preparar el organismo para la acción, sea la lucha o la huida.
¿Cómo actúa el sistema nervioso autónomo parasimpático?
Restaura el equilibrio del organismo a su estado natural.
Sistema cardiovascular: Aumenta el flujo sanguíneo haciendo desaparecer la palidez de la piel, debido a esto podemos sentir, durante un episodio de ansiedad, escalofríos.
Sistema respiratorio; Se contraen los bronquios porque ya no es necesario tanto oxígeno y la respiración se normaliza, Si el episodio de ansiedad es muy largo podemos sentir ahogo.
Tracto urinario; Se relajan los esfínteres de la vejiga provocando en ocasiones ganas inminentes de orinar o defecar. En ocasiones pueden aparecer las ganas durante el episodio de ansiedad puesto que el cuerpo puede necesitar vaciarse antes de la lucha.
Otros efectos; Contracción de la pupila ocular.



referencias 




Participación del sistema nervioso y endocrino en el estrés
Estrés: el estrés es un sentimiento de tensión física o emocional puede provenir de cualquier situación o pensamiento que haga sentir a la persona frustrada, furiosa o nerviosa
(Permuy. M.S 2011)


 El estrés en el sistema nervioso



  En los inicios del estrés, el hipotálamo estimula a la pituitaria (hipófisis) para que secrete diversas hormonas, incluyendo la hormona adrenocorticotrofina (ACTH). La ACTH se transporta mediante la circulación y estimula a la corteza suprarrenal (localizada sobre el riñón) para que libere cortisol (cortizona). Inicialmente esta hormona aumenta la capacidad del ser humano para afrontar efectivamente el estrés debido a que promueve la producción de glucosa (para la generación de energía) y produce efectos estrés en el sistema nervioso

Existen dos fases del estrés y dentro de las cuales encontramos
La Fase de Resistencia (Adaptación)
 El organismo trata de adaptarse al estrés continuó que lo afecta. Esta es una etapa de reparación como resultado del deterioro ocurrido en la primera etapa. Esta etapa se caracteriza por manifestaciones clínicas (físicas) y mentales, las cuales se desglosan a continuación:
·         Síntomas y signos físicos:
·         Frecuentes dolores de cabeza.
·         Tensión y dolor en los músculos (cuello, espalda y pecho).
·         Molestias en el pecho.
·         Fatiga frecuente.
·         Elevada temperatura corporal (manifestada como una fiebre).
·         Desórdenes estomacales (indigestión, diarrea).
·         Insomnio y pesadillas.
·         Sequedad en la boca y garganta.


Síntomas mentales:






"Tics" nerviosos (morder las uñas o un lápiz, halar o torcer un mechón de cabello, tocarse repetidamente la cara, cabello o bigote, rascarse la cabeza).
·         Irritabilidad y dificultad para reír.
·         Ansias de comer algo.
·         Dificultad para concentrarse y para recordar datos.
·         Complejos, fobias y miedos, y sensación de fracaso.
·         La Fase de Fatiga o Desgaste (Deterioro)
      Ante la incapacidad de afrontar la tensión (estresor) por más tiempo, ocurre un desbalance homeostático (equilibrio interno) y fisiológico en el cuerpo, el organismo colapsa y cede ante la enfermedad. Como resultado del estrés continuo, durante esta etapa pueden surgir una variedad de enfermedades psicosomáticas, tales como hipertensión, ataque al corazón, apoplejía o derrame cerebral, úlceras, trastornos gastrointestinales (e.g., colistis y otras), asma, cáncer, migraña, alteraciones dermatológicas, entre otras condiciones.
¿Por qué surge el estrés?
El estrés ocurre cuando los cambios en el medio externo o interno son interpretados por el organismo como una amenaza a su homeostasis. La habilidad del organismo de ejecutar la respuesta apropiada a cambios ambientales potencialmente estresantes requiere del correcto reconocimiento del cambio ambiental y la activación de la respuesta de estrés. La habilidad de eliminar el estresor activamente mediante la relocalización o la evitación requiere la evolución de una habilidad para detectar o anticipar los cambios estresantes y el conocimiento o memoria de las estrategias o ajustes exitosos para evitarlos.
Respuesta Normal del Organismo ante un Estrés Amenazante
 Como mecanismo de defensa ante un peligro inminente y real, nuestro organismo responde de una manera muy particular, lo cual  nos ayuda a defendernos o a evitar este peligro. Se ha dividido esta respuesta en tres fases, a saber: alarma, acción y relajación.
  Alarma
       El cuerpo se prepara combatir la amenaza. Aumentan los niveles energéticos del organismo. Por ejemplo,  cruzando una calle, un automóvil, se queda sin frenos; en esta situación el cuerpo se prepara para reaccionar ante la amenaza de este carro que se dirige a arrollar al individuo.
Acción
  El cuerpo ejecuta las acciones necesarias para combatir o evadir la amenaza. Utiliza la energía producida durante la etapa inicial de alarma. Usando el ejemplo anterior, el individuo corre para evadir el carro.
   Relajamiento
 En esta etapa, bajan los niveles energéticos y retorna la homeostasia fisiológica y psíquica hacia sus niveles normales. El individúo siente un alivio subjetivo físico y emocional luego de haber  pasado el susto.

Referencias